- Si es sacerdote nunca ha estudiado en este templo.
Murmuró la elfa, observando el rosario que pendía del cuello del elfo inconsciente. Lo habían traído esa misma tarde al templo, para que intentasen sanar la herida que parecía cangrenarse en el costado del pelirrojo e intentasen rehabilitarlo. Belestra se había sobresaltado al ver llegar al draenei que acompañaba a un elfo con el tabardo del Sol Devastado. Se limitaron a indicar que era un prisionero rescatado de la isla de Quel’danas, y que volverían a indagar sobre él cuando hubiese mejorado su estado. La sacerdotisa desconfió un poco, pero al ver el estado del prisionero se tranquilizó, no tenía nada que temer de un elfo desnutrido y cuya tonificación muscular no le permitiría apenas mantenerse en pie.
- Vuelve a limpiar la herida y renueva el emplasto.- Indicó a la iniciada que se inclinaba sobre el herido, con un breve ademán de sus manos. La muchacha ya estaba cortando las vendas cuando escucharon el tintineo de las armas y los escudos que las hizo volverse con cierto sobresalto. Lord Solanar no solía dejarse ver demasiado por allí, pero allí estaba bajo el dintel de la puerta, flanqueado por dos guardias de mirada tan severa como la suya.
- Hemos venido a por el prisionero de Quel’danas. Es jurisdicción de los Caballeros de Sangre. Nos haremos cargo de él.
Las sacerdotisas se apartaron del cuerpo inconsciente. La aparición del caballero había causado cierto revuelo entre los adeptos y Belestra tuvo que poner orden antes de responderle.
- Se…señor, no queremos inmiscuirnos en los asuntos de los Caballeros, pero tal vez sería conveniente que permaneciese aquí hasta recuperarse. Está herido de gravedad y parec…
- Nadie os ha pedido opinión. – Replicó cortante, haciendo un gesto a los guardias que se acercaron al elfo convaleciente y lo cargaron en una de las camillas de tela que los sacerdotes habían dispuesto.
Belestra se llevó la mano al pecho y suspiró al verles partir de nuevo. Nadie en la ciudad vivía ajeno a la conmoción entre las filas de los Caballeros de Sangre, y sus acciones desde el ataque de los Sangrevil estaban siendo contundentes como nunca. Había habido ejecuciones, escarnios públicos y un aumento de la vigilancia sobre el pueblo en busca de posibles traidores. Por eso se sintió aliviada al perderles de vista, y aunque se compadecía de aquel elfo del rosario no podía más que dar gracias a la Luz por que aquel problema no quedase ya en sus manos.
Solanar no era conocido por tener una paciencia excepcional. Nada más dejar al elfo inconsciente en uno de los camastros del cuartel, mandó llamar a un sanador para que se pusiera a trabajar en la recuperación de aquel elfo de pelo rojo. Le necesitaba consciente y bien despierto y Leriel había demostrado ser muy efectiva en la reanimación en el campo de batalla. Cuando llegó, se inclinó ante su superior e inspeccionó al herido, abriendo las vendas y examinándole de arriba abajo, en un silencio que siempre conseguía sacar de sus casillas a Solanar.
- Reanímalo.
- Señor. Si lo que desea es interrogar a este elfo debería saber que la lengua le ha sido amputada y que no solo la herida es difícil de curar si no que seguramente sea incapaz incluso de escribir para responder sus preguntas.
La mirada del Lord hizo que la elfa tragase saliva al volverse hacia el herido y colocarle una mano en la frente y otra en el pecho. No necesitaba más para saber lo que quería su superior, y ella no iba a ser la que le contradijese, así que dejo fluir la luz, en una descarga moderada que hizo tensar los músculos al cuerpo inconsciente. El elfo abrió los ojos, y estos se fijaron, confusos, en la elfa que le reclamaba de nuevo a la vigilia y que seguía canalizando la luz para evitarle los dolores que debían aquejarle.
- ¿Es usted Lazhar Erien Corazón de Fuego?
Los ojos del pelirrojo se volvieron hacia el elfo embutido en la armadura roja y el corazón debió acelerársele en el pecho de pura dicha al reconocer al Lord de Sangre. No podía apenas moverse, pero fue capaz de asentir y resollar antes de sonreír débilmente.
- Antiguo Guardia de Lunargenta y Guardia real destinado a Quel’Danas hace dos años. Hermano de Selin Corazón de Fuego, acusado de conspiración y traición contra el pueblo Thalassiano.
La voz del elfo se diluyó en ecos extraños para Lazhar. El contacto de la elfa había dejado de producirse, y sentía el cuerpo como si fuera del más rígido y pesado torio que pudiera encontrarse. El primer pinchazo de dolor se lo llevo por delante, convirtiendo en murmullos difusos la discusión que se desencadenaba a su lado en la que la potente voz del Lord Solanar tronaba con contundencia.
- No vuelva a contradecir mis órdenes. Vigile esa herida y encárguese de que se estabilice con la mayor premura, Leriel, o será enviada al baluarte para que aprovechen mejor sus capacidades en el frente. ¿Ha entendido?.
La elfa asintió, mordiéndose la lengua y maldiciendo para sus adentros. Se volvió hacia el antiguo Guardia y comenzó a limpiar la oscurecida herida, segura de que moriría en el transcurso de esa noche si no conseguía bajar esa tremenda infección y limpiar el líquido verdoso que supuraba de ella.
Rescate a destiempo
-
Siempre he dicho que no nací en este planeta. Algo le debió pasar a la nave
que tenía que recogerme, lo cierto es que nunca vino a por mí. Mi nombre es
Fri...
Hace 7 años